When you feel alive

Sunday, May 21, 2006

“La Belleza es una tiranía de corta duración”



Hoy por hoy nos vemos envueltos en una sociedad de consumo e imagen. Estar a la última moda y lucir un aspecto físico envidiable se han convertido, para muchos, en el pasaporte para alcanzar la felicidad. Pero no se piensa en cuánto va a durar. Hallarse en el siglo de la “belleza perfecta" pareciese un lujo, sin embargo, no se sabe a cuántos individuos se les daña. Un prototipo que gobierna las vidas de hoy, ya sea femenino, masculino o referente a los objetos. Todo tiende a ser calificado por su fealdad o hermosura.
En la actualidad el concepto ha sido idealizado, gracias a los medios de comunicación, en el caso femenino como delgada, joven y lozana. Esto, debido a que los dueños de las empresas de publicidad, mayoritariamente hombres, exhiben a la mujer como un trofeo, en consecuencia se ha creado una cultura de consumo, con una imagen en términos de rostro y cuerpo definidos.

Pero este canon no fue siempre el mismo, remontándose en la historia, en la prehistoria el “ideal” de belleza femenino era caracterizado por el abultamiento de los senos, vientre y caderas, lo que representaba el culto a la fecundidad.
“Los hombres las prefieren rubias” ¿Mito o realidad?
Una respuesta lógica es que este mito fue impuesto en Occidente luego de la aparición de la actriz Marilyn Monroe, diva y símbolo sexual de la década del 50. Fémina escultural, poseedora de una mirada de terciopelo, boca entreabierta, risa siempre a punto. Era el sueño de cada hombre, y el modelo a seguir de cada mujer, con su película “Los caballeros las prefieren rubias” dejó en el inconsciente popular que esto era un hecho. Según las encuestas latinoamericanas, los hombres perciben como más "divertidas", "sexy" y "alegres" a las rubias.
El mito ha provocado un gran debate, entre si ellos las prefieren o no blondas. La contraparte dice que el hombre Occidental actual, prefiere a las morenas y de pelo largo, pues lo que quiere encontrar en ellas es que sean bien proporcionadas, con curvas, natural y moderna. Las damas latinas, son las que llevan la delantera, pues según los machos, son más “sabrosas” y curvilíneas, ya que encuentran a las platinadas toscas y sin forma
“Las mujeres juegan con su belleza como los niños con un cuchillo; y se lastiman"
El gradual adelgazamiento en el arquetipo de belleza en la mujer ha llegado al extremo de imponer, a partir de los años 90, modelo dominado por una delgadez extrema, en muchos casos antinatural. Las estrellas del cine, la música, la publicidad y la moda, han impuesto un prototipo, que ha derivado en algunos casos, en problemas físicos basados en alteraciones en los hábitos alimenticios y de la autoestima ya que el ideal de belleza imperante se percibe como algo inalcanzable y la mujer de hoy puede llegar a sufrir que su cuerpo es inadecuado.

Existe un problema que se desprende de este modelo de las últimas décadas. ¿Qué es lo que pasa cuando el ideal de hermosura no esta al alcance? Se opta por lo fácil, comprarla. Una necesidad que sienten algunas de ellas es recurrir a la cirugía estética para borrar defectos, someterse a peligrosas sesiones de liposucción para eliminar grasas.
Existe un problema que se desprende de este modelo de las últimas décadas. ¿Qué es lo que pasa cuando el ideal de hermosura no esta al alcance? Se opta por lo fácil, comprarla. Una necesidad que sienten algunas de ellas es recurrir a la cirugía estética para borrar defectos, someterse a peligrosas sesiones de liposucción para eliminar grasas

Pero ¿Cuál es el afán de las mujeres por cambiar sus rasgos de nacimiento? ¿Por qué persisten en comprar una belleza falsa y postiza, creada en un quirófano?. Respuestas comunes son: porque quiero verme más linda, para permanecer joven, para subir mi autoestima, etc. Sin embargo, debajo de estas frívolas respuestas, se encuentra la verdadera razón, que es el temor a envejecer y la incapacidad de afrontar el deterioro natural del cuerpo, que en su opinión equivale a una degeneración vergonzosa. No pueden aceptar que la “hermosura” que pueden tener acabe algún día, motivo por el cual, no les queda mas salida que “inmortalizarla”.
El deseo de la eterna juventud ha sido la más utópica esperanza de todos los hombres mortales desde el comienzo de las civilizaciones. La cirugía estética es una falacia, puesto que ninguna ciencia ha sido capaz de detener el curso normal de los años, lo que obliga a dejar atrás esta obsesión por la perfección inalcanzable como ideal, lo que se convierte en un reto para las mujeres de hoy día.
Se puede decir que, la belleza es una tiranía que afecta a la mujer, aunque también al hombre pero en menos medida, y que la hace sufrir para poder alcanzarla. ¿Cuántas niñas sufren de desordenes alimenticios, por el hecho de querer llegar a ser similar a Britney Spears?. Anorexia, bulimia, fenómenos que afectan a las adolescentes en silencio, ellas sufren por no poder ser como quieren ser, y es más, como quiere que “sean” la sociedad materialista y esteticista, que existe hoy en día.

No ser aceptado es el mayor dolor que puede enfrentar un adolescente, y para ellos la única salida es, arreglar la supuesta fealdad que sienten tener, y se vuelven esclavos de la imagen.
Sin embargo, nadie les ha enseñado la verdadera belleza, la que si debería importar. Muchas personas buscan la perfección externa sin saber que la podemos encontrar en nuestro interior y que al estar bien con uno mismo, y en armonía, trasmitimos eso al exterior.

Nos enseñaron lo lindo y lo feo, aquello que es bueno y lo que es malo pero no nos enseñaron a enriquecer la mirada con matices más humanos, a desaprender ciertos valores y reaprenderlos con una mirada más abierta. Desestructurar la manera de ver puede llevarnos a un concepto de lo bello más acorde con su verdadero potencial: una belleza placentera y sin esfuerzo que permita recorrer el cuerpo y encontrar los detalles y secretos que hacen de cada ser humano un ser bello por naturaleza.

¿Para qué preocuparse de lo estético, de lo físico? si al final, como dice Francisco de Quevedo:
¿De qué sirve presumir,
rosal, de buen parecer,
si aún no acabas de nacer,
cuando empiezas a morir?

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